Los historiadores tienden a pensar que una semblanza de los juegos de lotería modernos se originó más o menos simultáneamente en tres países antiguos: Grecia, Roma y China.
La mitología griega hace referencia a un acto en el que los guerreros sacaban piedras de un casco de oro con la esperanza de ganar un prestigioso combate contra Zeus.
La organización de una lotería similar al keno actual se celebró durante la dinastía Han en el año 100 a.C. Las ganancias fueron para el Estado, hasta la construcción de la Gran Muralla China.
Según los registros históricos, la República Romana tardía disfrutó de varias formas de loterías, incluidas las loterías públicas dirigidas por primera vez por Julio César. Los ingresos se utilizaron para reparar los edificios, las carreteras y los puentes de Roma.
Distribución de la lotería
Las loterías empezaron a extenderse por Europa en el siglo XV, como puede verse en nolimitway.com. Entre los primeros estados que se mencionan está Bélgica, que al principio utilizaba los ingresos de las loterías para fines benéficos y luego para la construcción de diversos objetos.
La reina Isabel fue pionera en la creación del premio de la lotería inglesa, que proporcionaba un impulso regular al erario público y permitía la construcción de una lotería.
En Estados Unidos, las loterías llegaron con las colonias británicas y proporcionaron la financiación de los programas militares, sociales y culturales más importantes. Con el tiempo, la popularidad de las loterías dio lugar a fraudes, lo que dio lugar a la prohibición legal de la impresión y venta de billetes de lotería a finales del siglo XVIII.
La marcha de la lotería a través de Rusia
El Imperio Ruso entró en contacto con la rifa durante el reinado de Pedro el Grande. Los billetes se colocaban en un saco del que los niños los sacaban y la gente corriente podía reponer su vida cotidiana con artículos útiles.
Catalina II sorteó objetos de valor incautados a los deudores. La primera prueba documental de la misma se remonta a 1764. El Conde Potemkin, al que le gustaba agasajar a las damas de la nobleza sorteando premios para ellas en sus recepciones, tampoco se quedó al margen.
La zarina se vio motivada por los impresionantes beneficios de los organizadores privados para monopolizar las rifas con el fin de concentrar los flujos financieros para fines estatales. Sin embargo, los errores de cálculo tuvieron consecuencias desfavorables para el tesoro, y Catalina no corrió más riesgos.
Una mala cosecha en 1892 llevó al gobierno a intentar ayudar a la población mediante la celebración de una lotería. Los resultados superaron todas las expectativas: se recaudaron más de 9 millones de rublos. También resultó útil para recaudar fondos para los heridos y lesionados durante la Primera Guerra Mundial.